Del mismo modo que un cocinero visualiza el final de una receta con combinación de sabores a veces inimaginables, el arquitecto marida materiales y volúmenes con una idea de conjunto. Ese proceso no siempre es fácil, a veces se recurre a soluciones más o menos arriesgadas que solo la tenacidad y esa visión del “plato rematado y suculento», hace que no decaigas. La mayoría de las veces no es tanto la dificultad, sino dar con quien lo ejecute sin “encontrar un problema para cada solución” (como dice mi amiga María). Pero a veces el milagro ocurre.
En mi reforma cerca del Retiro en Madrid el “milagro” se llamó José Maganto. Desde un principio tenía claro que quería integrar mobiliario como parte del proyecto. Esta propuesta incluía un panelado para pintar en la entrada (teníamos un presupuesto ajustado y no nos podíamos plantear paneles lacados) y el salón; un cabecero y un cerramiento de madera y vidrio en el dormitorio principal.

F1 y F2 Vista estado original y de proyecto del dormitorio principal.

F3.-Vista estado reformado del dormitorio principal.
Pedimos varios presupuestos y en cada uno de ellos el “gran problema” era la construcción del dichoso panelado. Entonces apareció Maganto, un ebanista de toda la vida que en cuanto vio los dibujos lo tuvo claro. En ese momento fue como confirmar que no estaba loca. Rápidamente le enseñé el resto de los planos, y a partir de ahí fue como preparar entre dos un arroz caldoso de esos exquisitos.

F4.-Vista estado original y de proyecto de la entrada desde el salón.

F5.-Vista estado terminado de la entrada desde el salón.
Cuando se acaba una obra me gusta echar la vista atrás al proyecto. Como en la cocina, a veces la combinación de sabores no resulta como imaginamos, y hay que probar con nuevos ingredientes sobre la marcha. Así, la entrada de la vivienda estaba planteada como un rincón con una luz tenue, un espejo y unas baldas integradas en el panelado mencionado. La aparición de unos conductos de calefacción, cuyo traslado era bastante arriesgado, obligó a variar ligeramente el diseño inicial y, visto con perspectiva, lo mejoró. Es justo mencionar y agradecer la confianza infinita de mi amiga Ruth en todo este proceso, quien me dejó diseñar sin limitación alguna, su futura vivienda.

F6 y F7.-Vista de proyecto y estado terminado de la entrada desde la puerta.
Me gusta comparar imágenes del “antes y el después”, y cómo pueden cambiar los espacios. La cocina, por ejemplo, era un lugar destartalado, y con una luz triste a pesar de su gran ventanal. Entré, vi la lámpara roja sobre la mesa y lo tuve claro: sería una cocina en blanco y rojo; un lugar divertido donde cocinar con un montón de luz.

F8.-Vista estado original y terminado de la cocina.
De todos modos, está clara una cosa, igual que la sal hace sabrosos los platos, en una obra el manejo de la luz es el ingrediente clave para sacar todo el partido a los espacios. En este caso jugaba con ventaja, la luz natural era fantástica y solo tuve que dejarla entrar. La iluminación hizo el resto y fue la que puso la guinda a la tarta. El resultado…para chuparse los dedos.

F9 y F10.- Vista estado original y terminado del salón.
Arquitecta: María Fernández Fernández
www.arquifactoria.com arquifactoria@gmail.com
Fotografía: a. irrazabal
Viendo y viviendo el resultado, tengo claro que el gran acierto fue confiar en ella.En ellos, para ser más precisa
Muchas gracias por esa confianza ciega…un beso Ruth